Fermina N. Salazar

Fermina Nava Salazar “Nana” passed away peacefully on September 8, 2015 with her loving family at her side. She was born in Pilcaya, Guerrero, Mexico to Encarnacion and Miricia Nava on September 8, 1929. Preceded in death by her husband Hijinio. She is survived by her children; Gilberto (Patricia), Rosa Walker (Cleo), Enrique (Alma), Daniel (Maggie), Maria Elena Gallo (Bill), and Pedro (Paula). Grandchildren: Maritza, Romulo, Karina, Andrea, Cleo Jr., Danielle, Javier, Miguel, Raquel, Isabelle, Nina, Joseph, Zachary, Eli and Savanna. Great-grandchildren: Sabrina, Clara and Joaquin. She also survived by many relatives in Pilcaya, Guerrero and San Salvador, Hidalgo. Fermina was the perfect example of the American Dream. She, along with our father and three children, came to United Sates as immigrants in 1961 searching for a better life. She raised six children all the while working in the farm fields, cleaning houses and selling tamales and burritos. She always made sure that her children had everything they needed. There was never a lack of food, laughter and joy in the house. Even though Fermina only went to school for one year, she knew the importance of an education. She constantly reminded her children that without an education, they could spend their lives working in the fields as farm laborers. Today, because of her hard work and tireless efforts, all six of her children have attended college. Most importantly, her legacy continues on with her grandchildren. Fermina’s faith was deep and unwavering. She constantly prayed for her children and their spouses, grand-children and great grand-children. She sang in the Sacred Heart Choir, she attended mass on a regular basis and never went to sleep without committing herself to Jesus Christ. Fermina had just recently come back from a trip to Pilcaya. She visited the church where she was baptized. She saw the house where she was born. She saw her cousin, Andres who she had not seen in 15 years. She kept saying: “I never thought I would see my home town again before I died”. She then went to her husband’s hometown, San Salvador. Where in her own words “I was treated like a queen”. She spent time with her sisters-in-law and brothers-in-law; Concha, Luisa, Lalo and Primo; and a host of nieces and nephews; Ramon, Mari, Ines, Lidia, Luis, Arcadio and Felipe just to name a few. When she came back she said “now I can die in peace.” Nana had one request that she repeated many times to the families in Mexico and in the United States. She was afraid that once she was gone the family would no longer get together. She wanted the family to love one another, get together often, call each other, forgive each other and not let differences come between the families. And to do this all in her memory and in God’s love. Fermina will be truly missed by all who knew her. We can all take joy that she is in God’s hands, reunited with her husband Hijinio, her mother Miricia, and father, Encarnacion. Adios, Nana, until we meet again. The family would like to thank everyone for their prayers. We would especially like to thank Chabela and Chuy Nieto, Berta and Anselmo Torres, Yvette and Librado Ramirez, Lydia Soto, Meche Mota, Celina Barba, Eddy Donnelly and the staff at the Safford Dialysis Center, for their love and support. Services are as follows: Viewing at Westlawn Mortuary from 6-7 PM, Thursday, September 17th, Rosary to follow. A Mass will be held in her honor at Sacred Heart Church in Willcox, AZ at 10:00 AM on September 18th Burial will follow in Sunset Cemetery. Fermina Nava Salazar "Nana" falleció en paz el 8 de septiembre 2015, con su familia amorosa a su lado. Nació en Pilcaya, Guerrero, México a Encarnación y Miricia Nava el 8 de septiembre de 1929. Le precedió en la muerte su esposo Hijinio. Le sobreviven sus hijos; Gilberto (Patricia), Rosa Walker (Cleo), Enrique (Alma), Daniel (Maggie), María Elena Gallo (Bill), y Pedro (Paula). Nietos: Maritza, Romulo, Karina, Andrea, Cleo Jr., Danielle, Javier, Miguel, Raquel, Isabelle, Nina, Joseph, Zachary, Eli y Savanna. Bisnietos: Sabrina, Clara y Joaquín. También sobreviven muchos parientes en Pilcaya, Guerrero y San Salvador, Hidalgo. Fermina era el ejemplo perfecto del sueño americano. Ella, junto con nuestro padre y sus tres hijos, llegó a Estados Unidos como inmigrantes en 1961 en busca de una vida mejor. Ella crió a seis hijos mientras trabajó en los campos agrícolas, limpiando casas y vendiendo tamales y burritos. Ella siempre se aseguró de que sus hijos tuvieran todo lo que necesitaban. Nunca hubo falta de alimentos, risa y alegría en la casa. A pesar de que Fermina solamente fue a la escuela por un año, ella sabía la importancia de una educación. Ella recordó constantemente a sus hijos que sin una educación, ellos podrían pasar su vida trabajando en el campo como jornaleros agrícolas. Hoy a causa de sus duros esfuerzos e incansable trabajo, los seis de sus hijos han asistido a la universidad. Lo más importante, su legado continúa con sus nietos. La fe de Fermina era profunda e inquebrantable. Ella constantemente oró por sus hijos y sus cónyuges, nietos y bisnietos. Cantó en el Coro Sagrado Corazón, asistió a misa con regularidad y nunca se fué a dormir sin comprometerse a sí misma a Jesucristo. Fermina había regresado hace poco de un viaje a Pilcaya. Ella visitó la iglesia donde fue bautizada. Vió la casa donde nació. Ella se reencontró con su primo, Andrés, que no había visto en 15 años. Ella dijo: "Nunca pensé que iba a ver a mi ciudad natal de nuevo antes de morir". Luego se dirigió a la ciudad natal de su esposo, San Salvador. En sus propias palabras dijo: "Me trataron como a una reina". Ella pasó un tiempo con sus cuñados Concha, Luisa, Lalo y Primo. Y una multitud de sobrinas y sobrinos; Ramón, Mari, Inés, Lidia, Luis, Arcadio y Felipe sólo para nombrar unos pocos. Cuando regresó dijo: "Ahora puedo morir en paz." Nana tenía una petición que repetía muchas veces a las familias en México y en los Estados Unidos. Tenía miedo de que una vez que ella falleciera, que la familia ya no se reuniría. Ella quería que la familia se amara el uno al otro, se reuniera a menudo, se comunicara el uno al otro, se perdonara el uno al otro y no dejar que las diferencias dividieran a las familias. Y hacer todo esto en su memoria y con el amor de Dios. Fermina será verdaderamente extrañada por todos los que la conocían. Todos podemos tener la alegría que ella está en las manos de Dios, reunida con su esposo Hijinio, su madre Miricia, y su padre, Encarnación. Adiós Nana, hasta que nos encontremos de nuevo. La familia desea dar las gracias a todos por sus oraciones. En especial, nos gustaría agradecer a Chabela y Chuy Nieto, Berta y Anselmo Torres, Lidia Soto, Meche Mota, Celina Barba, Eddy Donnelly y el personal del Centro de Diálisis de Safford, por su amor y apoyo. Los servicios son como sigue: Velorio en Westlawn Mortuary 6-7 PM , Jueves, 17 de septiembre Una misa se celebrará en su honor en la Iglesia del Sagrado Corazón en Willcox, AZ a las 10:00 AM el 18 de septiembre

Fermina N. Salazar

September 8, 1929 - September 8, 2015